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Otras imágenes útiles las provee la ultrasonografía, pero tiene la limitante de ser operador dependiente. En consecuencia, lo ideal es que sea realizada en conjunto con el médico tratante y, de esta manera, orientar la búsqueda teniendo en cuenta la información clínica. Es absolutamente indispensable y razonable destinar tiempo y esfuerzo a transmitir la mayor información clínica posible al radiólogo para mejorar la efectividad de estos métodos; hay que recordar que se tratan pacientes y no laboratorios o imágenes. Algunas ventajas de la ultrasonografía son: su bajo costo y que se puede hacer al lado de la cama del paciente o en el servicio correspondiente; además, no produce radiación. Esta técnica es muy buena para evaluar neumoperitoneo, líquido libre intraperitoneal y patología ginecológica. Su utilidad en trauma es indiscutible y el FAST ayuda a definir conductas en forma rápida y adecuada. Otra de sus ventajas es que se puede repetir cuantas veces sea necesario. Tiene una sensibilidad entre 93 y 100% y una especificidad entre 64 y 99% para detección de neumoperitoneo. Es importante aclarar que no es el estudio de elección en pacientes estables, pues falla en identificar la causa de la perforación, perforaciones sin neumoperitoneo y causas no quirúrgicas de neumoperitoneo. La resonancia nuclear magnética (RMN) no ha mostrado ser superior a la tomografía en dolor abdominal agudo, generalmente es lenta y no disponible.
Lo más importante de los métodos diagnósticos consiste en usarlos en beneficio de nuestro juicio clínico, aunque la idea es no tomar decisiones basadas en sólo hallazgos de laboratorios o de imágenes. Nos veremos enfrentados a pacientes donde definitivamente hay una disociación diametral entre lo que el paciente muestra clínicamente y los hallazgos de las ayudas diagnósticas, y al final siempre debe prevalecer la clínica. De igual forma, no debemos convertirnos en prescriptores de laboratorios y jugar “al escopetazo”, pues la historia clínica nos debe dar una orientación de por lo menos el 70% del diagnóstico. Si al final del examen físico no tenemos un diagnóstico presuntivo, muy seguramente los laboratorios van a jugar un papel distractor y no orientador, como realmente debería ser. Así mismo, la insana costumbre de hacer el seguimiento clínico de los pacientes en los postoperatorios con base en laboratorios e imágenes representa altos costos para la práctica clínica y castra la posibilidad de desarrollar ese “olfato” que todo médico debe adquirir con el ejercicio de la medicina. |